El movimiento ultra dentro del fútbol vivió su apogeo en la década de
los noventa, cuando los hinchas radicales eran auspiciados por las
directivas y campaban casi a sus anchas dentro de los estadios. Los
clubes solo reaccionaban cuando las travesuras se convertían en disputas
graves y eran sancionados con multas o cierres de los estadios. Sin el
amparo oficial, las gradas fueron vaciándose de violentos poco a poco,
incluso algunos equipos tomaron medidas tajantes para terminar con la
lacra. Sin embargo, los trágicos acontecimientos ,
cuando una pelea entre ultras del deportivo y del atletico acabó con la muerte de un seguidor del equipo gallego, demuestran que, pese a estar en decadencia, los violentos siguen presentes en el futbol.
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